Un silencio casi absoluto, un verdor que sobrecoge pese a ser invierno, casas bajas semiadosadas de singular belleza junto a un Bidasoa que brota majestuoso entre ellas. En mi cara una sonrisa, mientras mi cabeza hace aspavientos pensando sólo dos palabras, «que pasada».

Así recuerdo darme cuenta que llegaba al Norte. No se si será amor a la naturaleza o al mar, seguramente a ambos. Pero después de (por circunstancias), recorrer casi toda la península, no hay nada como el Norte.

Así que después de tres días por Euskadi, voy a empezar resumiendo cómo me ha ido:

Qué puta pasada.

Hoy no tengo mucho tiempo para redactar… cómo imaginareis al final llegué en un día a Irún (salieron 94Km). Y las tres etapas por Euskadi, han sido: Irún – Zumaia, Zumaia – Guernika,  y Gernika – Bilbao…

Aquí se saborea (de verdad), lo que es ir en bici. No hay rectas de más de 100 metross, puertos y más puertos increíbles, el Jaizkibel al salir de Irún, el de Igeldo en Donosti, en el interior hacia Gernika….buff..la piel de gallina. Después de sus exigentes subidas viene una recompensa que no tiene precio.

Bajadas que serpentean por una costa abrupta y espectacular, entre vegetación de postal, que terminan en pueblos pesqueros que abruman desde lejos, como la preciosa Zumaia, Zarautz, Mukitu….Lekeitio (impresionante), cómo muchos otros. Por el interior hacia Guernika por esos bosques.. parece norteamérica pero está mucho más cerca. Los caseríos, su ganado..y esa energía y a la vez esa paz que se respira entre sus tierras.

Conocer Euskadi, (que ya conocía en buena parte), pero por zonas impensables que el frenesí del turista regular no te deja contemplar, y de punta a punta, es algo difícil de explicar sinceramente en pocas palabras.

Me paré en muchos puertos, dialogué con mucha gente, me animaron muchos más, me comí algunos pintxos y en definitiva encontré en su máxima expresión aquello que venía a buscar: disfrutar.

Sobre la autosuficiencia cabe decir que (ya me había pasado), en el Norte no es algo trivial, todo escarpado, poco llano, y en Euskadi además todo el monte o casi todo está bien cuidado pero vallado y acotado.  En Irún tuve la suerte de encontrar un sitio decente, la segunda noche me acogió el porche de una ermita, y la noche pasada en Guernika pensaba ir a Albergue pero estaba cerrado. Acábé vivaqueando en un parque por recomendación de un cortés vecino.

Por cierto, solo un friki como yo, podría meterse en el saco e imaginar en ese cielo estrellado de Guernika el sonido de los bombarderos de von Richtoffen y su legion Cóndor en aquel famoso episodio bélico de nuestra historia.

Para terminar deciros que no hay nada como hacer un viaje así y conocer buenos amigos, pero encontrase a uno que ya tienes, no tiene precio. Gracias Jose por ese cálido recibimiento en Bilbao, un abrazo enorme!

Así os dejo, porque me espera otra perla de la península con la que ya empiezo a reencontrarme…

Besos desde Cantabria!

PD: No hay Galería, porque la galería de Euskadi merece un post aparte, mañana pongo el resto de fotos  😎